Quizás,
porque aprendí a amar con la piel,
a respirar por la piel,
a sentir por la piel,
a reír y llorar por la piel.
Quizás,
porque aprendí a cerrar los ojos,
a no hacer preguntas,
a no esperar respuestas…
Entonces llegaste a mí,
se abrió la vida
como una flor de loto.
Te sentí,
te respire…
Solo con mi piel.
M. Sánchez/ Junio 2018
Poemario: Dos mujeres al borde de la esperanza
Reservados los derechos
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