lunes, 20 de octubre de 2014

La mañana en Sevilla...




Cerré mis ojos…
Paseaba  por unas aceras de la despierta ciudad....
Nos alimentamos del azahar exprimido
que a primeras horas de la mañana,
entre los rayos de sol y el rocío,
eran repartidos en terrazas de bares.
Tantas  historias encierran los siglos,
que los naranjos danzaban al compás
y   con tanto entusiasmo eran confundidos
por los grupos de turistas que aplaudían
la alegre musiquilla  que ofrecían  los patios.

Recorrimos el colorido barrio de laberintos,
  calles con salidas a una Plaza
donde un Murillo alzaba su virgen al cielo,
donde un poeta en cada esquina
despertaba al Bécquer  más romántico,
donde en un jardín descansaban los sauces
y con sus arrugadas  cortezas de  centenarios
invitaban  a grabar tanta dicha de belleza.
Unos cisnes  nadan en la  serenidad y el silencio                    
y me recuerdan   que el amor y la libertad…
se dan la mano y siguen  los latidos del camino.  


Marí@ Sánchez, octubre, 2014
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