Soy un  soplo
de vida  estallado en la nada,
la miseria del amor, en una chabola encerrada.
El reflejo en el espejo de un cuerpo circundado.
La mentira liberada de los labios superfluos.
El  corazón
sin desconectar de un amor compartido
y el dolor contenido para conservar las amistad.
Lo vivido, descorchando la botella de un destino
porque todavía me miro en la vida y sonrío.
Sigo  a la voz
que me cobija en la ceguera de mi interior,
el calor que prendió  en otros seres, quedando en el olvido.
Juro, miento, grito,  y me dejo llevar por el aire contaminado
cuando tiemblan los sentimientos y se ahogan los
suspiros.
Sin ser dueños de los hijos que nacen del amor y la
lujuria,
sin ser conscientes de todo lo que se pierde en tan
solo un día,
en el amanecer frío de  los sueños rotos de las fantasías
y tanto lo que se llora cuando se nos va la vida…
Antes de irme,  en el folio en blanco, escribiré  lo compartido
con mi corazón abierto y  el lápiz de los años en flor,
firmaré  todo
lo que se lleva el viento
 y mantuvimos…
Confío en  los derechos que respeta el tiempo
y los convierte en  recuerdos que
duerme  el  olvido.
Lloraré  esta pena
porque me aprieta el pecho
y seguiré  manteniendo la lágrima del último suspiro
como testamento sobre el cristal  de los sentimientos.
Cuando me den el descanso eterno
y toquen las campanas de este “Adiós” maldito,
se  cerrará mi
boca para liberar mi alma y morir  mi
cuerpo, 
para volver al vientre  que me dio el ser adherido. 
Entonces, descansaré sin temor, mirándole  los ojos al demonio,
como un sacrificio, ¡sintiéndome perdonada por mi
Dios!
 y,  por los cuatro caminos que conduce a la
muerte,
caminaré, volviendo mi vista hacia lo infinito.
María Sánchez
POEMARIO:" Regreso del mundo quimérico de mi yo"
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