De repente la mañana se oscureció,
una llovizna manaba de su cuerpo;
De repente su beso me supo a hiel,
la mentira colgaba de su sonrisa,
sus ojos se nublaron y los míos temblaron
como los relámpagos en alta mar...
No fue suficiente entregarle mi corazón ponderado,
repleto de cicatrices de las derrotas y los triunfos,
marcadas a fuego por el paso del tiempo;
No fue suficiente poner mi vida a sus pies y entregarle mi mundo.
Me olvide...
Me olvide una vez más que el amor duele
cuando el otro corazón te cierra la puerta
y sientes el portazo en tus ojos y en tus labios...
De repente la noche amaneció
con la triste noticia del ADIOS.
M. SANCHEZ/agosto 2017
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