Con mis manos manchadas de tinta,
cada vez, cada instante…
y si mi corazón
dejera de latir…
Con cada grito, siempre,
sin pronuncia tu nombre,
te llamare en el infinito
y bailaremos de júbilo
como olas flotantes
en el mar del blues,
de brumosos horizontes
donde se abrazan los suspiros.
Maria Sánchez/ marzo-2016
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