martes, 8 de septiembre de 2020

Una tarde de encajes...

 


Una tarde de encajes se resiste a una taza de café

y unas sandalias en chanclas,

a dos nombres opuestos en la ira indiscutible,

en blanco y negro

simbolizando dos corazones heridos,

olvidados en el tiempo entre las tinieblas

y entre balcones sin visillos.

Antepongo una mano para acariciar la suya

y la otra para mover el café con la cucharilla,

 miro de reojo al gato que inmóvil nos vigila

atento a la noticia y a la lágrima de mi mejilla

de la alerta declarada por una pandemia.

 

Suave la tarde espera bajo los madroños de la plaza,

el sol  la quiebra mientras se apaga contra los cristales

y la furia de las arrugas que este adiós nos deja

limpiándonos los ojos con el resto de un pañuelo,

sin poder pronunciar su nombre,

sin poder conjugar el verbo de nuestros labios,

sin poder acariciar el ébano donde se guardan las sábanas

que cubre el cuerpo sin alma de la muerte.

 

Las palabras se van rápidas y ligeras,

el viento se hace sentir, esparciendo la bruma

y… el humo viaja hacia las estrellas.


Maria Sánchez Román

En los lagares del tiempo

Derechos reservados

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