Estoy cansada de que la vida me toree
como a un toro bravo
que sale al ruedo sin capote,
sin sombrero…
Entre aplausos.
Estoy cansada de llevar esta cruz,
de cargar a mis espaldas
la súplica del perdón
sin que la injusticia me deje
su infinita huella.
Estoy cansada de suplicar a Dios,
de pedir limosnas,
de ser un vagabundo más
en la puerta de una iglesia…
De arrastrar estas cadenas.
Estoy cansada de vencer al amor,
de extender mis alas
y caer al suelo
como un ángel negro.
Mari@ Sánchez/ Noviembre 2015
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