Todos somos
como un monumento o un árbol
de gran calidad y belleza
que el paso de los años va marcando.
Nuestros pies nos unen al suelo que pisamos
como las raíces a la tierra.
Nos alimentamos del agua,
respiramos el mismo aire
y el universo entero
nos regala la magia
de los días y las noches,
sin hacer distinción en la naturaleza
entre plantas, personas o animales,
entre el cielo, el mar o la tierra.
Cuidemos de ellos,
no dejemos ruinas ni desechos
en el interior de otros corazones.
Mari@ Sánchez/nov. 2014
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