domingo, 9 de julio de 2017

No hay....



Una encrucijada espolvorea el desierto.

Mis manos acarician el miedo.
Siento dolor y callo,
apago la llama y despacio sigo sus pasos.
No hay pisadas que el viento no haya borrado.
No hay huellas que la arena no retenga en la miseria de mis manos.
Es la brisa del desierto la que paraliza mi aliento
y la sed se convierte en áridos gritos
en busca de su nombre...

Sueños que se perdieron en la grandeza de mis brazos,
jamás se encontrarán en la mirada de nuestros ojos.

Un oasis nacerá 
para bañar mis pies
y volver a caminar
entre ilusiones y fracasos.

M. Sanchez/2017
Reservados los derechos

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